"La ciencia detrás de la tristeza''
La vida humana a generalmente está llena de desafíos y cambios que pueden generar sentimientos de tristeza. A veces hay situaciones muy concretas que pueden entristecernos, como un mal resultado inesperado de una prueba, una ruptura con la pareja, la muerte de un ser querido, etc. Cuando percibimos una serie de eventos como negativos, nuestro cerebro responde a ellos cambiando los niveles de ciertas sustancias químicas que desencadenan la experiencia emocional que llamamos tristeza. Luego de enfrentar estos eventos negativos, los elementos químicos regresan a sus niveles naturales, haciendo que desaparezcan los sentimientos de tristeza. La mayoría de las emociones, como la felicidad, la ansiedad, la ira, etc. están regulados de la misma manera, por una combinación de percepción psicológica y respuesta biológica. Sin embargo, debido a que no todos ven las cosas de la misma manera, un mismo evento puede provocar reacciones muy diferentes en las personas.
¿QUE TANTO BIEN NOS HACE LA TRISTEZA?
Gracias a la tristeza APRENDEMOS a:
- Tomar consciencia de las cosas: nos permite tener un momento con nosotros mismos, a solas, para así poder analizar lo que está sucediendo en nuestro interior. La intensidad de la misma provoca que desconectemos de la racionalidad en relación a lo externo y nos centremos en nosotros, en lo que sentimos y en por qué creemos que lo sentimos.
- Pedir ayuda: a veces es difícil hacerlo, pero esta emoción hace sentir en nosotros una necesidad de afecto, de apoyo y de amparo que nos facilita el camino para poder mostrar esta emocionalidad ante los demás y sentirnos reconfortados.
- Reincorporarnos en la vida: la propia vulnerabilidad que se siente, que no debilidad, nos hace tomar consciencia del momento en el que nos encontramos, trascenderlo y dirigir nuestra vida hacia aquello que deseamos.
Desde este punto de vista podemos afirmar que la tristeza promueve la felicidad, y se promueven mutuamente, la felicidad trae a la tristeza y la tristeza a la felicidad , No se puede vivir siempre feliz. Muchas veces antes de la felicidad está en la tristeza, darnos cuenta de que necesitamos cambiar algo en nosotros para sentirnos mejor. Por tanto, esta emoción básica, como el resto de emociones, cumple una función adaptativa que todos los seres humanos poseemos.
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